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Argentina homenageia judeu italiano que conheceu a bondade em meio ao inferno

A Secretaria de Culto da Argentina e a Embaixada da Itália no país prestaram uma homenagem ao químico e escritor judeu-italiano Primo Levi, em comemoração aos 20 anos de seu falecimento. O ato ocorreu na última semana na residência do embaixador italiano Stefano Ronca. Durante o evento foi descerrada uma placa comemorativa e os alunos de diferentes escolas plantaram uma árvore no jardim da residência.

Primo Levi (1919-1987) graduou-se na Universidade de Turim e se tornou escritor depois de sua trágica experiência no campo de concentração de Auschwitz. Era membro de uma família judia italiana de sólidas tradições intelectuais. Como conseqüência da aplicação das leis raciais foi proibido seu acesso à escola pública.

Em 1943, se uniu à resistência antifascista. Foi preso e, ao ser identificado como judeu, entregue ao exército de ocupação alemã, que em 1944 o deportou para o campo de extermínio de Auschwitz, na Polônia, onde passou dez meses antes de o local ser libertado pelo Exército Vermelho.

Levi foi um dos 20 sobreviventes dos 650 judeus italianos deportados a Auschwitz. Ao retornar à Itália, começou a escrever sobre sua experiência e estreou como escritor em 1947 com o livro Si questo è um uomo, que se tornou tão importante como os mais significativos textos publicados sobrea a tragédia do Holocausto,  como o Diário de Anne Frank e o Novo Processo, de Peter Weiss.

Seu livro relata com lucidez o inferno dos campos de extermínio e os horrores sofridos pelos prisioneiros. Esta experiência marcou para sempre o autor, que seguiu se perguntando sobre a mesma durante mais de 40 anos, até sua trágica morte por suicídio.

A bondade

Primo Levi, el reconocido judío italiano que sobrevivió al Holocausto y autor de varios libros ha expresado en repetidas oportunidades la desesperanza de los prisioneros de los campos de concentración frente a los horrores allí experimentados. "Nos hemos dado cuenta de que nuestro lenguaje no cuenta con suficientes palabras para expresar la ofensa que hemos recibido, la destrucción del hombre". Al mismo tiempo, el hecho de que Levi no permitiera que esta desesperanza socavara completamente sus deseos de sobrevivir en este infierno reflejado en la tierra llamado Auschwitz, se debe en gran medida a la oportunidad que Levi tuvo de conocer a un extraño total en ese campo infame: un albañil italiano llamado Lorenzo Perrone.

Perrone no era un prisionero como los otros miles que estaban allí, era un trabajador civil contratado por una firma italiana a quien le habían asignado un proyecto de construcción en las instalaciones del campo. Estos trabajadores tenían condiciones más confortables que el resto, dormían en catres, tenían los domingos libres y contaban con una o dos semanas de vacaciones. También les pagaban por sus tareas, se podían comunicar con sus parientes y amigos en Italia y recibían ropa y comida extra.

Primo Levi, quien fue deportado a Auschwitz en 1944, fue asignado a la misma área donde los albañiles italianos estaban trabajando. De pura casualidad, el "Kappo" escogió a Levi para ser el ayudante de dos albañiles a los cuales él nunca había visto antes; uno de ellos era Lorenzo Perrone. Los dos comenzaron a charlar en italiano.

Varios días después Lorenzo le trajo, para sorpresa de Levi, una lata llena de sopa y le dijo que se la trajera antes del atardecer así él la podría volver a llenar al día siguiente. Desde ese momento, cada día durante un período de 6 meses Perrone le dio a Levi un plato de sopa, algunas veces adicionándole un pedazo de pan. Levi declaró que sin esas 400 o 500 calorías adicionales y vitales no hubiera sobrevivido a la magra dieta diaria durante esa terrible experiencia.

Lorenzo encontró una forma de robar sopa entrando de manera sigilosa a la cocina del campo de concentración cuando todos estaban durmiendo a altas horas de la noche, llevándose las sobras de la olla de las sopas. Primo Levi le advirtió del peligro que corría si llegara a ser descubierto –el brutal e imprevisto cambio de status de trabajador contratado a recluso de campo de concentración–, pero Lorenzo desechó la idea con un movimiento de hombros. Esto continuó cada día durante seis meses.

Primo Levi quiso de alguna forma informarle a su madre, quien se escondía en Italia, que aún estaba vivo. Nuevamente, Lorenzo Perrone fue a su rescate, aceptando escribir de su puño y letra un mensaje codificado por Levi que fue enviado a una mujer que no era judía en Italia. El mensaje fue lo suficientemente claro para el receptor sin atraer la atención de los censuradores. En agosto de 1944, Levi recibió respuesta por medio de Perrone. Esta respuesta fue un paquete que contenía un sucedáneo del chocolate, galletitas y leche en polvo. "Para describir su verdadero valor, el impacto que me produjo, excede los poderes del lenguaje común. Ese inesperado e improbable paquete fue como un meteorito, un objeto celestial cargado de símbolos, inmensamente precioso y con un enorme ímpetu". Perrone también le dio una harapo liviano para que usara bajo su uniforme de prisionero para mantenerlo un poco más abrigado durante los últimos meses del frío invierno de 1944. Por todo esto, Lorenzo Perrone no aceptó ni pidió ninguna promesa de recompensa futura porque en las palabras de Primo Levi "él era bueno y sencillo".

Después de la guerra, Primo Levi consideró la significación de la bondad demostrada por este simple albañil, en un lugar que simboliza la destrucción del hombre. Un hombre ayudando a otro sin ningún tipo de interés y de pura generosidad en un lugar como Auschwitz "era incomprensible, ajeno, como un salvador que había llegado del cielo". Sus escritos después de la guerra, están repletos de palabras de desesperanza sobre la vida en el campo de concentración, tal como lo expresa en el siguiente poema de 1946: "Considerad si esto es un hombre,/ que trabaja en el fango,/ que no conoce la paz,/ que lucha por la mitad de un pan,/ que muere por un sí o por un no". Levi también escribió palabras de elogio a Lorenzo Perrone, quien representaba para él el ideal del hombre puro "no tanto por su ayuda material sino tan sólo por recordarme constantemente –por su presencia, por su manera natural y sencilla de ser bueno– que aún existía un mundo justo fuera del nuestro, algo y alguien todavía tan puro y completo, no corrupto, no salvaje,… para lo cual valía la pena sobrevivir… Gracias a Lorenzo, yo logré no olvidar que yo mismo era un hombre."

Salvador y salvado han pasado a otro mundo en el último tiempo. Recientemente la Comisión para la Designación de los “Justos entre las Naciones” otorgó el título de Justo entre las Naciones a Lorenzo Perrone, cumpliendo con un pedido del Dr. Renzo Levi (el hijo de Primo Levi, llamado así en honor al benefactor de su padre). Una medalla y un certificado de honor fueron entregados a la embajada israelí en Roma. En un futuro cercano, la embajada los presentará en una ceremonia digna y pública a los familiares más cercanos de los salvadores. El nombre de Lorenzo Perrone será inmortalizado en los Jardines de los Justos en Yad Vashem, así como en el futuro Diccionario de los Justos el cual está en preparación en estos momentos (Dr. Mordecai Paldiel/Traducción: Jenifer Santo)